Historia y naturaleza se unen a lo largo y ancho de la provincia de Burgos para deleitarnos con auténticas maravillas. Pueblos medievales, castillos que vivieron su máximo esplendor en épocas pasadas, duques que crearon villas convirtiéndolas en el centro de recreo de la corte, cascadas de infarto y mucho más te esperan en este recorrido por los que para mí son, de momento, los pueblos con más encanto de Burgos.
1. Lerma
Si te gusta la historia, Lerma es tu destino. Bañado por el río Arlanza, esta pequeña villa ducal conoció su máximo esplendor durante el reinado de Felipe III. Sin embargo, todo el esplendor que aquí se vivió durante el siglo XVII fue desarrollado por Francisco Gómez Sandoval y Rojas, duque de Lerma y valido de Felipe III.
Lerma nace como villa de recreo para la corte de los Austrias una vez que el rey decide trasladar su corte a Valladolid, siguiendo el consejo del duque de Lerma. Fue así como en poco más de 20 años se construyó el conjunto arquitectónico de esta villa con el fin de organizar fiestas, banquetes, espectáculos, jornadas de caza y todo lo que sirviese como entretenimiento a la corte. Para ello, el duque contrató a los mejores artesanos de cada oficio y esta exquisitez quedó reflejada en la gran obra arquitectónica de Lerma, el Palacio Ducal, actual parador. Este impresionante palacio, inspirado en El Escorial, se encuentra en uno de los lados de la actual Plaza Mayor, que en su día se correspondió con el patio de armas.
Palacio Ducal
Una parada imprescindible para conocer toda la historia de Lerma es el Centro de Interpretación, situado en la actual oficina de turismo, junto con el pasadizo ducal. Siguiendo el trazado arquitectónico, tu próxima parada será la plaza de Santa Clara, el monasterio de la Ascensión y el mirador de los arcos. Continuando el camino, llegarás a la ex-colegiata de San Pedro, toda una joya del arte. Merece la pena entrar y visitar el interior, ya que esconde algunos secretos muy curiosos, como ser la primera iglesia con dos órganos. Una vez que entres, fíjate bien a los lados de la parte superior del retablo mayor, a ver si eres capaz de ver algo que te llame la atención.
Y después de todo este recorrido por la parte monumental de Lerma solo te queda callejear por su centro, comprar algún suvenir (queso, embutido, vino, dulces…) y para reponer fuerzas, sentarte en uno de sus asadores y disfrutar de un buen cordero al horno. Yo creo que es un buen plan para pasar el día, ¿no?
Curiosidad. A la hora de diseñar el trazado urbanístico, el duque ideó todo un sistema de pasadizos aéreos que conectaban entre sí los puntos más importantes de la villa con el objetivo de que el rey y unos pocos elegidos pudieran desplazarse a cualquier lugar sin pisar la calle. Hoy en día solo se conserva un pequeño tramo que merece la pena recorrer.
Recomendación. Desde la oficina de turismo han marcado una ruta secreta por el pueblo para conocer todos esos lugares menos populares y que a menudo nos dejamos atrás. Y sí, digo secreta, porque tendréis que ir descubriéndola con cada paso. Para ello, han pintado en el suelo unos pollitos que te indican por dónde tienes que ir, solo tendrás que seguir la dirección de sus ojos. Aunque en principio está enfocado a los niños, todos sabemos que a los no tan niños nos hace tanta o más ilusión. Además, si eres capaz de contar el número exacto de pollitos y lo comunicas en la oficina de turismo, ¡tendrás un premio!
Pollito de la ruta
2. Covarrubias
Sin movernos mucho, en pleno valle del Arlanza, se encuentra este pueblecito que es una auténtica preciosidad. Nada más llegar, cruzarás por el arco del edificio correspondiente al Archivo del Adelantamiento de Castilla. A partir de este arco, descubrirás un entramado de calles estrechitas, llenas de casas típicas, balcones con flores y pequeñas plazas en las que descansar o sentarte a reponer fuerzas.
El Torreón de Fernán González es uno de los puntos clave del recorrido. De estilo mozárabe se construyó como torre defensiva y a día de hoy varias leyendas están asociadas a este lugar, ¿te atreves a descubrirlas? Siguiendo nuestra ruta turística, llegamos a la casa de Doña Sancha, el máximo exponente de arquitectura tradicional de Covarrubias.
Como antigua villa medieval, aún hoy en día se conserva una parte de la muralla que antaño protegió a los habitantes. Transcurre por el margen del río Arlanza, justo en la parte sur del pueblo. Una vez que hayas recorrido el paseo de la muralla, llegarás a la ex-colegiata de San Cosme y San Damián, y justo enfrente podrás ver la estatua a la princesa Kristina de Noruega, una figura muy importante en Covarrubias. A ver si adivinas por qué.
El edificio que hoy en día acoge el ayuntamiento es conocido como el Palacio del Conde Fernán González, primer Conde Soberano de Castilla, ya que se cree que esta fue su residencia. Finalmente, no te puedes perder la iglesia de Santo Tomás.
Recomendación. Covarrubias es una de las paradas de la ruta conocida como el camino del Cid. Esta ruta recorre diferentes provincias de España siguiendo los pasos que un su día recorrió el Cid.
3. Frías
Frías es uno de los lugares más bonitos de las Merindades de Burgos, así que no es de extrañar que forme parte de la red de Los Pueblos más Bonitos de España. Encaramado en el cerro de La Muela, su vista desde la carreta antes de llegar es impresionante. Esta sensación no cambiará una vez te encuentres en el propio pueblo, ya que en uno de los extremos está el castillo mientras que en el otro se encuentra la iglesia de San Vicente. Al otro lado de cualquiera de estos dos puntos, todo es un precipicio al vacío, así que podemos decir que Frías está literalmente colgado.
Vista de Frías desde el castillo
Lo primero que verás antes de llegar será el puente medieval sobre el río Ebro. Esta construcción, que se remonta a época romana, está formada por nueve arcos y una torre defensiva. Hoy en día sabemos que coincide con una antigua calzada romana que unía Cantabria con la Meseta. A pesar de su origen romano, este puente ha sido reconstruido varias veces y el aspecto que presenta en la actualidad es puramente medieval.
Una vez entres en el centro histórico, un pequeño pueblo medieval te está esperando. Calles estrechitas y empedradas, casitas típicas, escaleras que van uniendo este pequeño trazado un poco caótico, balcones con flores y muchos rincones llenos de encanto.
No podemos negar que el castillo es, sin duda, el gran protagonista de Frías. Situado en uno de los extremos del pueblo y anclado sobre la roca, las vistas desde lo más alto de la torre del homenaje te dejan sin aliento, y no solo por todas las escaleras que tendrás que subir. Una vez consigas llegar a la cima, un pequeño entramado de casitas de toba y madera rodeado por un inmenso valle verde se extenderá ante tus ojos, hasta que tu vista se pierda en las lejanas montañas. Un auténtico espectáculo de la naturaleza.
Otro de los puntos más icónicos son las casas colgadas. Estas construcciones típicas de zonas escarpadas se caracterizan por adaptarse al terreno. De esta manera, si miramos las casas por el lado del centro histórico, veremos construcciones normales de dos plantas, mientras que si lo hacemos por el lado contrario, observaremos que, en verdad, tienen tres o cuatro plantas. Finalmente, el mirador del Peñasco son otro de los puntos que no te puedes perder si quieres conseguir las mejores vistas.
Castillo de Frías
Como curiosidad final, puedo decirte que a pesar de que yo haya incluido a Frías como uno de los pueblos con más encanto de Burgos, en realidad no es un pueblo sino ¡una ciudad! Sí, sí ¡una ciudad! Independientemente de su pequeño tamaño, fue el rey Juan II quien le concedió este título, debido fundamentalmente a su gran importancia estratégica como consecuencia de su localización. Así que ya sabes, en realidad Frías es la ciudad más pequeña de España.
Recomendación. Justo en frente de la iglesia de San Vicente hay una pequeña zona ajardinada con varias mesas de madera. Este lugar es perfecto para hacer un picnic y comer tranquilamente.
4. Tobera
A tan solo 5 minutos de Frías se encuentra Tobera, una pequeña localidad que sin embargo aún es muy desconocida. Su gran atractivo es la ermita de Santa María de la Hoz. Aunque es cierto que no tiene mucho más que visitar, solo estar en este lugar merece la pena. Debido a su cercanía con Frías es una parada perfecta para añadir a la ruta antes de volver a casa.
Recomendación. Si decides acercarte a este lugar de cuento, no te puedes ir sin recorrer el paseo del Molinar. Esta pequeña ruta te lleva por al lado del río Molinar y aquí descubrirás varias cascadas. La ruta es muy sencilla, sin dificultad y perfecta para disfrutar con niños. Además de las cascadas también encontrarás varios miradores desde los que descubrir una perspectiva diferente. Eso sí, ¡cuidado si tienes vértigo!
Vistas desde el mirador de la cascada
Pd. Recuerda llevar calzado apropiado, ya que, aunque el camino está un buen estado, algunas escaleras resbalan bastante.
5. Puentedey
Sin movernos de la zona de las Merindades, nos trasladamos hasta Puentedey, otra joya rural escondida entre montañas y carreteras serpenteantes. En muchas ocasiones, la naturaleza es el mejor arquitecto regalándonos auténticas postales, como en el caso de este pequeño pueblo que queda enmarcado por un puente enorme excavado en la propia roca debido a la erosión del río Nela.
Aunque el pueblo es pequeñito, esconde algunos secretos que podrás descubrir perdiéndote entre sus empinadas calles. El palacio Brizuela es uno de los monumentos más representativos de Puentedey, junto con la iglesia de San Pelayo. Otro lugar curioso para visitar es el museo de los bolos, situado en frente del palacio.
Curiosidad. El puente natural es conocido como el puente de Dios, ya que todo el pueblo está construido sobre él, siendo la base de las casas de sus habitantes.
Recomendación. No te vayas sin visitar la cascada de la Mea. Esta espectacular caída de más de 30 metros se encuentra a escasos kilómetros del pueblo y puedes llegar en coche hasta un aparcamiento que hay cercano. Una vez ahí, solo te queda recorrer un caminito de unos 250 metros para llegar a esta maravilla. Eso sí, ten en cuenta que para verla en todo su esplendor tendrás que ir en época de lluvias o deshielo.
6. Oña
Junto al espectacular desfiladero del río Oca, se encuentra la villa condal de Oña, que junto con Frías y Poza de la Sal forman la Mancomunidad de las raíces de Castilla, fuertemente ligadas al nacimiento del reino de Castilla.
Sin duda, el monumento más imponente de Oña es el Monasterio de San Salvador, lugar en el que cada mes de agosto se celebra el cronicón, una representación teatral sobre su fundación. Si tienes oportunidad, no te lo pierdas.
El centro histórico de Oña está muy bien cuidado y cuenta con varios monumentos para añadir a tu ruta. Sus calles medievales te llevarán a la plaza del ayuntamiento, en torno a la cual se concentran tres de los principales monumentos que visitar; la iglesia de San Juan Bautista, la Torre de San Juan (museo de la resina) y el Monasterio de San Salvador.
- Ruta 1: Frías - Tobera - Oña
- Ruta 2: Orbaneja del Castillo - Puentedey
- Ruta 3: Lerma - Covarrubias - Santo Domingo de Silos (esta ruta se conoce como el triángulo del Arlanza).
Villas Romanas: La Olmeda y La Tejada (pincha aquí)