Buenos días chicas, ¿qué tal estáis?
Esta semana os enseño uno de esos lugares que son
imprescindibles para mí. Cuando vives en tu ciudad todo es fácil, es el lugar
en el que has crecido, el lugar en el que te sientes protegido, el único lugar del
mundo que conoces aunque te cubran los ojos con un pañuelo. Tu ciudad ha
decidido tu estilo de vida, tu forma de ser y de pensar, las prioridades que te acompañarán siempre, y en
definitiva, tu personalidad es un reflejo de ese punto geográfico. Así que como os podréis imaginar el problema llega cuando tenéis que dejar vuestra ciudad para comenzar una nueva vida en otro lugar. Y ésta fue la situación que viví hace un par de años. Me mudé a otra ciudad para comenzar, probablemente, mi proyecto más importante hasta el momento. Y así, llegué a una ciudad totalmente opuesta a la mía. Llegaba a una ciudad bonita, muy bonita, cargada de un montón de maletas, de ilusiones y de proyectos. Sin embargo, no había pasado ni una semana cuando me di cuenta de que yo no tenía nada que ver con esta ciudad. No terminaba de encontrar mi sitio y tampoco conseguí encontrar sitios con los que me identificara. Era como si hubiese llegado a otro planeta y en verdad ¡tan solo me había movido unos kilómetros! No era capaz de entenderlo.
Calle: Rector Lucena, 15. Salamanca.
Fue después de unos meses cuando este lugar apareció en mi vida. El Rincón de Veca es una tetería – cafetería en la que me podría pasar horas. Con un estilo limpio, líneas rectas, colores neutros y un trato inmejorable. Aún recuerdo cuando abrieron y me pasaba las tardes allí. En aquel momento no lo conocía mucha gente y apenas había un par de personas, pero ahora se ha convertido en el lugar de reuniones de cualquier grupo de amigas, sus paredes son testigos de las charlas de grupos de madres y sus pizarras de la imaginación de los hijos. Es el lugar perfecto para trabajar y como secreto os diré que en sus mesas me he ganado alguno de mis aprobados, aunque también es cierto que sus tartas han dejado más de un rastro en mis apuntes. Y es que es entrar y picar. No lo puedo evitar. Lo confieso.
Dicen que siempre llevas a la gente a la que quieres (o a la que quieres, sorprender) a los lugares con los que te identificas, y yo lo he hecho en cada visita que he tenido, para en todas ellas escuchar eso de “este lugar, es muy tú”. Y ¿qué queréis que os diga? Me encanta cada vez que alguien que me conoce, es capaz de asociar algo concreto a mí, a mi estilo, a mis gustos o simplemente, es capaz de acordarse de mí.
Estoy segura de que si vivís en Salamanca ya lo conocéis, pero si venís de visita o pasáis por aquí, parad porque estoy segura de que no os arrepentiréis.
Y la entrada ya te está diciendo que algo muy especial hay dentro. Cuando la vi, me recordó a los pueblo marineros del Norte. La madera blanca, las flores de colores, solo le falta el mar. Y es que eso aún no lo he conseguido. Por mucho que lo eche de menos cada día.
Nadie dijo que elegir fuese fácil. Y aunque me paso la vida aquí, sigo tardando mil vidas en elegir. Definitivamente, no tengo solución.
Y esta buena pinta tiene su carta de tés. ¿Qué cuál es mi recomendación? Que los probéis todos y luego, comparamos gustos juntos.
Y la vida no es blanco o negro, un poco de color siempre se agradece. Té: Rooibos Citrus.
Y ahora voy a disfrutar de mi té, que se me queda frío. Nos vemos la semana que viene.
PD: no os enseño mucho del interior para que sea sorpresa. Espero que no os defraude y os guste tanto como a mí.
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