Calma.
Enamora.
Creo que son tres de las cosas con las que podría definir El Jardín de Aída. Quienes me seguís por Instagram, ya sabéis que estuve probando este maravilloso restaurante durante los días que volví a Santander en Navidades, y me moría de las ganas por hablaros de él.
Foto: El jardín de Aída. Foto: El jardín de Aída.
Hace unas semanas os contaba que uno de mis objetivos para este 2018 es redescubrir mi ciudad de
nuevo porque sin duda, hay momentos en los que vivir lejos del mar se hace muy complicado. Y sí, ya sabéis que una de las cosas que más me gusta hacer es comer, así que probar nuevos restaurantes es, sin duda, uno de mis planes favoritos. Había escuchado miles de opiniones estupendas sobre este sitio y el famoso "tienes que probarlo" no paraba de perseguirme. Así que unos días antes de que se acabase el año, decidí llamar para reservar una mesa y, sinceramente, no sé cómo he vivido todo este tiempo sin conocerlo.
Es uno de esos sitios que te hacen sentirte como en casa, cuando entras el tiempo se detiene, y a juzgar por las fotos que ya habéis visto, habréis podido adivinar que caí enamorada de la decoración. Aún recuerdo el desastre enorme cuando llegué, y es que en Santander (y en el Norte en general) estábamos sufriendo el famoso frente Bruno, lo que hizo que cinco minutos antes de llegar al restaurante, un diluvio cayese sobre mí. ¿Os podéis imaginar el resultado? Pues sí, hice mi entrada chorreando, literalmente. Con el abrigo empapado, las medias más de lo mismo y al final el pelo terminó por empaparme el vestido. Vamos, un auténtico desastre. Pero no pasa nada, esto son cosas del Norte. Sin embargo, esto no hizo que la experiencia fuese increíble.
Foto: El Jardín de Aída.
La luz, la ya comentada decoración, los colores, los detalles, la música, el trato, la comida y además tenían ¡velas! Sí, definitivamente era el paraíso de Coco hecho realidad. Hacía mucho tiempo que no conectaba tanto con un lugar. En los últimos años, es cierto que he ido descubriendo lugares maravillosos y no solo restaurantes, también tiendas, librerías, salas de exposiciones, cafeterías... Pero siempre había algo que le cambiarías o algo que le añadirías. Sin embargo, aquí todo era perfecto como estaba. Y no sé porqué pero me hizo volver a conectar con mi ciudad.
Foto: El Jardín de Aída.
Desde que vivo fuera, hay veces que cuando vuelvo siento que mi ciudad ya no es tan mía, que le pertenece más a todos aquellos que la disfrutan cada día, y eso me ha hecho sentirme un poco alejada de ella. ¡Y es una sensación que odio con toda mi alma! Pero todo esto quedó atrás, en el momento en el que crucé la puerta. ¿Sabéis ese sentimiento de pertenecer a un lugar? Pues aquí se volvió a despertar. Me sentí más de mi ciudad que nunca y entonces entendí que nunca me abandonará, que siempre seré muy de mar, muy de Santander.
EL MENÚ DE COCO.
Foto: El Jardín de Aída.
Raviolis de calabacín rellenos de carne al Pedro Ximenez.
Merluza del Norte rellena de calamares con salsa.
Pastel de chocolate caliente con helado de mandarina.
LA INFORMACIÓN IMPRESCINDIBLE.
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Redes Sociales: Facebook e Instagram
Teléfono de reservas: 942 21 70 58
Horario: Martes - Sábado: 12:00-16:30
20:00-23:30
Domingo: 12:00-16:30
Lunes: cerrado.
Foto: El Jardín de Aída.
PARA QUE NO OS PERDÁIS...
Dirección:
Avenida de la Reina Victoria, 27
39004
Santander.
¿De verdad aún no tenéis ganas de probarlo? Yo cojo el tren en 2 días a casita y estoy segura de que haré un hueco en mi agenda para volver.
Foto: El Jardín de Aída.
Y ahora contadme, ¿conocíais este lugar o os lo habéis apuntado en la agenda? Os leo en los comentarios. Espero que os haya gustado.
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